Las lenguas y las versiones de la realidad
Las explicaciones del relato bíblico y de
la teoría del Bow-WOw, más allá de que creamos en ella o no,
son pruebas del permanente afán humano por develar el misterio que subyace al
origen y naturaleza de los idiomas (o lengua) y su influencia en nuestra visión
del mundo. En este sentido, a lo largo de la historia, la producción científica
y filosófica ha reflexionado sobre la perspectiva que tenemos de la realidad,
¿es acaso el idioma el que determina nuestra realidad o, por el contrario, es
esta última la que ejerce los patrones del idioma?
Para ejemplificar lo anterior, es posible
analizar el siguiente caso: en español existen dos vocablos distintos para
referirse al piloto y a la mosca. Como hispanohablantes pensamos que
ambas palabras designan realidades diferentes. Sin embargo; esta manera de
conceptualizar el lenguaje dividiendo las palabras y sus significados, no por
analogías, sino por contraposiciones no es universal. Es decir, no ocurre en
todos los lugares del planeta. los indígenas hopi, de Arizona, Estados Unidos,
al contrario de los hablantes del español, poseen un idioma que sintetizan las
palabras y los conceptos, por lo que en su lengua, designan con la palabra masa'ytaka tanto a un
piloto como a una mosca. Esta asociación, al parecer indiscriminada, es
inclusiva, pues vincula todo aquello que vuela.
Una función básica de las lenguas es
nombrar las cosas. Por ello, los objetos, los animales, las acciones, los
sentimientos y demás, tienen nombre. También es cierto que las comunidades
además de nombrar la realidad con palabras, se hacen una idea de ella a partir
del lenguaje. De este modo las palabras designan a las cosas y a los seres, y
es natural creer que la forma en la que se piensa el lenguaje se replica en
cada uno de los habitantes del mundo. Sin embargo, sigamos el ejemplo de los
hopi que, con su palabra masa'ytaka demuestran
como puede divertirse según el idioma.
Otro caso que también amerita
consideración es el de la palabra nieve. En español nieve hace referencia al
agua congelada que se desprende de las nubes en cristales muy pequeños y que se
acumula en copos en copos al llegar al suelo. A diferencia de esta definición
literal de la palabra, los esquimales cuentan con diez palabras para nombrar
las variedades de nieve y de hielo. Tienen una palabra para referirse a la
nieve que esta cayendo, otra para la que se encuentra en la cumbre de la
montaña, otra para la que esta dura y compacta, otra para la que esta a medio
derretir y así por el estilo.
Si nos atenemos a los ejemplos anteriores
del español, el hopi y el esquimal, podemos concluir que estos casos muestran
que las lenguas no calcan la realidad; más bien pareciera que cada una muestra
un punto de vista o una interpretación diferente, que establece distinciones
que son relevantes para las personas que las hablan. Por tanto, esas
interpretaciones reflejan y conforman una mentalidad y una determinada forma de
pensar.
¿Qué relación existe entre lengua y
pensamiento?
Las lenguas reflejan puntos de vista
diferentes sobre la realidad que circunda a sus hablantes. Entonces, podríamos
preguntarnos si una traducción de un texto oral o escrito logra reflejar la
realidad de la cultura y de la lengua que se traduce. De la misma manera, se puede
investigar si una persona es capaz de comprender una cultura que se expresa en
una lengua diferente a la propia. En nuestro contexto, ¿podría un colombiano de
cualquier región comprender el pensamiento de un esquimal, un cualquier
hablante de otra lengua en la que la interpretación de la realidad difiera de
la de un hablante de lengua castellana?
Durante muchos años se sostuvo la teoría
que una lengua conformaba o construía el pensamiento de los hablantes que la
hablaban, de tal manera que, sí una lengua carecía de algún vocablo o
expresión, difícilmente sus hablantes podrían acceder al concepto que
estas palabras representaban. Por tal motivo, se afirmó que
algunos aborígenes de Australia no tenían
suficientes habilidades para las matemáticas, porque en su lengua no
existía más que los números uno, dos, y "muchos" para expresar
diferentes cantidades.
¿Qué opinan los teóricos del
lenguaje?
Los estudiosos del lenguaje Eduard Sapir y Benjamín LeeWhorf fueron
los creadores de esta teoría denominada más tarde como la tesis de Sapir y Whorf y
en ella establecieron que existe una relación entre las categorías gramaticales
del idioma que una persona habla y la forma en la que esta entiende el mundo y
se comporta o actúa en él. Por esta razón, se dice que la lengua hablada
por una determinada comunidad ejerce influencia en la manera la
comunidad percibe el entorno. En alemán, por ejemplo, el nombre o sustantivo
sol (die sonne) es femenino y sus hablantes expresan de él que es
brillante, calurosa y antigua; en español en cambio, sol es
masculino y se dice de él que es grande, potente, etc.
De igual forma, si alguien nombra
distintas clases de árboles, un abeto, una encina, un olivo, con una misma
palabra: árbol, difícilmente podrá
entender las características que diferencian a cada uno de estos tipos de
planta.
Otra postura frente al tema
A pesar de los aportes de la tesis de
Sapir y Whorf, algunos estudiosos controvirtieron su teoría. Los contradictores
sostenían que el hecho de que en una lengua no existiera un determinado
concepto, no necesariamente implicaba que los hablantes no pudieran
desarrollarlo; y que incluso esto sucedía, por ejemplo, con el aprendizaje de
otra lengua. No obstante, lo que sí parece conciliar a las otras dos posiciones
es que las personas de cualquier región entienden mejor los conceptos de otra
lengua, diferente a la nativa, si en la suya propia aparecen esos mismos u
otros conceptos semejantes.
Resulta entonces prudente concluir que la
lengua, como sistema que permite hablar y entender lo que nos rodea, consiente
la comprensión de las ideas que una determinada cultura tiene sobre su entorno.
Así se deduce que la mayoría de las
lenguas conviven con otras en un mismo Estado; o, lo que es lo mismo, que en
muchos Estados del mundo se hablan varias lenguas (se calcula que en el
mundo hay unas cuatro o cinco mil lenguas, mientras que tan solo hay unos
doscientos Estados) es justo decir que en un mismo Estado la lengua produce
diferentes maneras de vivir y entender el mundo.
Una reconciliación con los aportes de Sapir
y Whorf
Aunque cuestionados, los argumentos que
hicieron posible la tesis de Sapir y Whorf, pasaron a la historia por medio de
incontables variaciones. Por ejemplo, el filósofo marxista Adam Schaff acepta la premisa de que el lenguaje
modela nuestra visión del mundo, pero que al mismo tiempo no restringe la
capacidad de interpretar y comprender la estructura de otras lenguas distintas.
Del mismo modo, A. M. Kondrákov, sigue los postulados de Whorf cuando afirma
que la conducta de los hombres depende enteramente del lenguaje. Sin embargo,
señala que , a pesar de que el lenguaje se apropie simbólicamente todo aquello
que le es connatural y le garantice una convivencia con ciertas prácticas y
sistemas sociales y religiosos, también va más de la sociedad y el mundo
material. Por eso, cuando la lengua cambia, cambia la visión del mundo y la
dimensión del conocimiento, pues el vocabulario, por ejemplo, mantiene una
importante correlación entre lenguaje y cultura, ya que en menor o mayor grado
fidelidad a sociedad a la que sirve.