martes, 5 de abril de 2016

LAS PALABRAS TABÚ, EUFEMISMO Y DISFEMISMO

Las palabras tabú, eufemismo y disfemismo

El uso de la lengua está supeditado a distintas presiones sociales y culturales. Por ejemplo, no todas las palabras no pueden ser proferidas en todos los contextos, pues pueden resultar ofensivas o inapropiadas. Incluso en la sociedad contemporánea, el vocabulario asociado a la sexualidad está limitado a contextos familiares o informales y, difícilmente, alcanza los círculos formales sin causar cierta incomodidad o escozor. Este fenómeno se explica por las censuras lingüísticas que una sociedad impone a las realidades que considera incorrectas o reprobables.

Las palabras que expresan dichos temas o realidades reciben el nombre de palabras tabú y suelen ser censuradas por el propio interlocutor, sin necesidad de un agente externo. De otra manera, de ser proferidas directamente, se corre el riesgo de la desaprobación social. No obstante, un interlocutor puede utilizar palabras o términos para sustituir las palabras tabú.

El eufemismo es una expresión o palabra que se utiliza para suavizar o moderar de un carácter negativo, incluso si no pertenece a las palabras tabú. Por ejemplo, para referirse a una mujer que se dedica a la prostitución, es común escuchar expresiones como mujer de la vida galante o alegre; o, cuando se refiere a un hombre que sufre de sobrepeso, se dice que es robusto.

Por el contrario, sucede con frecuencia que la necesidad comunicativa de un interlocutor es precisamente acentuar el carácter negativo de una realidad. Este fenómeno se denomina el disfemismo y se utiliza para referirse, de manera peyorativa, a una persona, objeto o acción. Por ejemplo, algunas personas se refieren a los médicos con la expresión de “matasanos”.

Diferencias y similitudes entre los eufemismos y disfemismos

Diferencias
a. El eufemismo se puede emplear en conversaciones. El disfemismo es más usual en conversaciones informales cotidianas entre amigos.
b. El eufemismo se usa para suavizar una expresión. El disfemismo, para reforzar de manera despectiva  desobligante esa expresión.
c. El eufemismo es generalmente más empleado por personas que respetan el idioma. El
disfemismo, por el contrario, lo emplean quienes suelen no dar mayor importancia al
correcto uso de la lengua.

Similitudes
Como se planteó anteriormente, tanto los eufemismo como los disfemismo suelen referirse a realidades que una sociedad puede considerar difíciles, incorrectas o reprobables, como la locura, la muerte, la sexualidad, la pobreza o el encarcelamiento. 

martes, 8 de marzo de 2016

¿CONDICIONA LA LENGUA NUESTRA VISIÓN DE LA REALIDAD?

Las lenguas y las versiones de la realidad
Las explicaciones del relato bíblico y de la teoría del Bow-WOw, más allá de que creamos en ella o no, son pruebas del permanente afán humano por develar el misterio que subyace al origen y naturaleza de los idiomas (o lengua) y su influencia en nuestra visión del mundo. En este sentido, a lo largo de la historia, la producción científica y filosófica ha reflexionado sobre la perspectiva que tenemos de la realidad, ¿es acaso el idioma el que determina nuestra realidad o, por el contrario, es esta última la que ejerce los patrones del idioma?

Para ejemplificar lo anterior, es posible analizar el siguiente caso: en español existen dos vocablos distintos para referirse al piloto y a la mosca. Como hispanohablantes pensamos que ambas palabras designan realidades diferentes. Sin embargo; esta manera de conceptualizar el lenguaje dividiendo las palabras y sus significados, no por analogías, sino por contraposiciones no es universal. Es decir, no ocurre en todos los lugares del planeta. los indígenas hopi, de Arizona, Estados Unidos, al contrario de los hablantes del español, poseen un idioma que sintetizan las palabras y los conceptos, por lo que en su lengua, designan con la palabra masa'ytaka tanto a un piloto como a una mosca. Esta asociación, al parecer indiscriminada, es inclusiva, pues vincula todo aquello que vuela.  

Una función básica de las lenguas es nombrar las cosas. Por ello, los objetos, los animales, las acciones, los sentimientos y demás, tienen nombre. También es cierto que las comunidades además de nombrar la realidad con palabras, se hacen una idea de ella a partir del lenguaje. De este modo las palabras designan a las cosas y a los seres, y es natural creer que la forma en la que se piensa el lenguaje se replica en cada uno de los habitantes del mundo. Sin embargo, sigamos el ejemplo de los hopi que, con su palabra masa'ytaka demuestran como puede divertirse según el idioma.

Otro caso que también amerita consideración es el de la palabra nieve. En español nieve hace referencia al agua congelada que se desprende de las nubes en cristales muy pequeños y que se acumula en copos en copos al llegar al suelo. A diferencia de esta definición literal de la palabra, los esquimales cuentan con diez palabras para nombrar las variedades de nieve y de hielo. Tienen una palabra para referirse a la nieve que esta cayendo, otra para la que se encuentra en la cumbre de la montaña, otra para la que esta dura y compacta, otra para la que esta a medio derretir y así por el estilo.

Si nos atenemos a los ejemplos anteriores del español, el hopi y el esquimal, podemos concluir que estos casos muestran que las lenguas no calcan la realidad; más bien pareciera que cada una muestra un punto de vista o una interpretación diferente, que establece distinciones que son relevantes para las personas que las hablan. Por tanto, esas interpretaciones reflejan y conforman una mentalidad y una determinada forma de pensar.  

¿Qué relación existe entre lengua y pensamiento?
Las lenguas reflejan puntos de vista diferentes sobre la realidad que circunda a sus hablantes. Entonces, podríamos preguntarnos si una traducción de un texto oral o escrito logra reflejar la realidad de la cultura y de la lengua que se traduce. De la misma manera, se puede investigar si una persona es capaz de comprender una cultura que se expresa en una lengua diferente a la propia. En nuestro contexto, ¿podría un colombiano de cualquier región comprender el pensamiento de un esquimal, un cualquier hablante de otra lengua en la que la interpretación de la realidad difiera de la de un hablante de lengua castellana? 

Durante muchos años se sostuvo la teoría que una lengua conformaba o construía el pensamiento de los hablantes que la hablaban, de tal manera que, sí una lengua carecía de algún vocablo o expresión, difícilmente sus hablantes podrían acceder al concepto que estas palabras representaban. Por tal motivo, se afirmó que algunos aborígenes de Australia no tenían suficientes habilidades para las matemáticas, porque en su lengua no existía más que los números uno, dos, y "muchos" para expresar diferentes cantidades.  

¿Qué opinan los teóricos del lenguaje?
Los estudiosos del lenguaje Eduard Sapir y Benjamín LeeWhorf fueron los creadores de esta teoría denominada más tarde como la tesis de Sapir y Whorf y en ella establecieron que existe una relación entre las categorías gramaticales del idioma que una persona habla y la forma en la que esta entiende el mundo y se comporta o actúa en él. Por esta razón,  se dice que la lengua hablada por una determinada comunidad  ejerce influencia en la manera la comunidad percibe el entorno. En alemán, por ejemplo, el nombre o sustantivo sol (die sonne) es femenino y sus hablantes expresan de él que es brillante, calurosa y antigua; en español en cambio, sol es masculino y se dice de él que es grande, potente, etc.

De igual forma, si alguien nombra distintas clases de árboles, un abeto, una encina, un olivo, con una misma palabra: árbol, difícilmente podrá entender las características que diferencian a cada uno de estos tipos de planta.

Otra postura frente al tema
A pesar de los aportes de la tesis de Sapir y Whorf, algunos estudiosos controvirtieron su teoría. Los contradictores sostenían que el hecho de que en una lengua no existiera un determinado concepto, no necesariamente implicaba que los hablantes no pudieran desarrollarlo; y que incluso esto sucedía, por ejemplo, con el aprendizaje de otra lengua. No obstante, lo que sí parece conciliar a las otras dos posiciones es que las personas de cualquier región entienden mejor los conceptos de otra lengua, diferente a la nativa, si en la suya propia aparecen esos mismos u otros conceptos semejantes.

Resulta entonces prudente concluir que la lengua, como sistema que permite hablar y entender lo que nos rodea, consiente la comprensión de las ideas que una determinada cultura tiene sobre su entorno.

Así se deduce que la mayoría de las lenguas conviven con otras en un mismo Estado; o, lo que es lo mismo, que en muchos Estados del mundo se hablan varias lenguas  (se calcula que en el mundo hay unas cuatro o cinco mil lenguas, mientras que tan solo hay unos doscientos Estados) es justo decir que en un mismo Estado la lengua produce diferentes maneras de vivir y entender el mundo.

Una reconciliación con los aportes de Sapir y Whorf

Aunque cuestionados, los argumentos que hicieron posible la tesis de Sapir y Whorf, pasaron a la historia por medio de incontables variaciones. Por ejemplo, el filósofo marxista Adam Schaff acepta la premisa de que el lenguaje modela nuestra visión del mundo, pero que al mismo tiempo no restringe la capacidad de interpretar y comprender la estructura de otras lenguas distintas. Del mismo modo, A. M. Kondrákov, sigue los postulados de Whorf cuando afirma que la conducta de los hombres depende enteramente del lenguaje. Sin embargo, señala que , a pesar de que el lenguaje se apropie simbólicamente todo aquello que le es connatural y le garantice una convivencia con ciertas prácticas y sistemas sociales y religiosos, también va más de la sociedad y el mundo material. Por eso, cuando la lengua cambia, cambia la visión del mundo y la dimensión del conocimiento, pues el vocabulario, por ejemplo, mantiene una importante correlación entre lenguaje y cultura, ya que en menor o mayor grado fidelidad a sociedad a la que sirve.